domingo, 28 de agosto de 2011

Amarás a Dios sobre todas las cosas

He aquí el primer precepto de los Diez Mandamientos la Ley de Dios nuestro señor, analizado, para evitar más pecado en este mundo corrompido:
Yo, el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto (Ex 20, 2-5).
Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto (Mt 4, 10).
El primero de los preceptos abarca la fe, la esperanza y la caridad. El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de pecar contra la fe: dudar y ser incrédulos.
La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el amor de Dios y de provocar su castigo. Contra la esperanza está la desesperación y la presunción. Por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal.
Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito).
Para amar a Dios, hay que amar al prójimo, nadie ama al prójimo si no ama a Dios, pues él es nuestro prójimo más importante.
Reflexionemos y practiquemoslo.